lunes, 21 de septiembre de 2009

Dudas y preocupaciones ante la adaptación al nuevo espacio de educación superior

En este post voy a tratar simplemente de hacerme eco de algunas dudas y preocupaciones (no miedos) que no solamente tengo yo, sino que he podido constantar en profesores de distintas universidades participantes en el último congreso de Metodología de Ciencias del Comportamiento y de la Salud (celebrado recientemente en Málaga) y el VI Foro sobre Evaluación de la Calidad de la Educación Superior y de la Investigación celebrado en Vigo.

Para hacerlo más ameno he agrupado “las preocupaciones” en categorías, aunque existen seguro, otras muchas que no he recogido.

1.- Las competencias.

Una de las cuestiones es que todo el sistema curricular se basa en la idea de competencia. Sin embargo, no existe un acuerdo con relación a qué es una competencia. Se defiene como algo donde concurre el saber, el saber hacer, el saber estar y el saber resolver un problema en un momento dado. Es decir, haría alusión a conocimientos (el saber qué es una cosa o situación), procedimientos, actitudes, y las distintas habilidades que deberían tenerse para unir todo eso ante un problema real para resolverlo.

El problema está en que si no se sabe bien qué es una competencia, ¿con qué garantías se diseña un curriculum (donde se incluyen objetivos, actividades, contenidos, y evaluación)?. Dentro de todo esto destaca el problema de la evaluación ¿cómo evaluamos todos los componentes de la competencia? ¿existe alguna forma de evaluar la competencia de manera global?.

2.- El tiempo de dedicación a una asignatura.

El proceso puesto en marcha por el nuevo espacio europeo de educación superior (eees) deja claro que las programaciones docentes deben ajustarse a un número de créditos, y que este número de créditos determina el tiempo que un alumno va a dedicar a la asignatura. Es decir, si una asignatura tiene 6 créditos quiere decir que está diseñada para que el alumno la supere dedicándole 150 horas (6 crédito por 25 horas por crédito). El problema surge cuando en la realidad, lo que un alumno puede hacer en media hora, a otro le puede llevar una hora. Desde las instituciones se dice que se recurra al tiempo medio, o a pensar en un alumno “promedio”. Sin embargo, esto no soluciona el problema. ¿Cómo es ese alumno promedio? ¿cómo estimo el tiempo real que dedica ese alumno promedio a mi asignatura?

Por otro lado, si nos centramos en un alumno promedio, tenemos que renegar de la enseñanza adapta a las características de cada alumno, lo que choca frontalmente con los principios de diversidad de la educación.

3.- El bajo nivel general del alumnado.

Es una queja generalizada (o por lo menos lo he percibido así), el bajo nivel del alumnado en primero de carrera. Eso parece ser un problema de secundaria que se trata de afrontar en el día a día de las aulas universitarias de varias maneras:

  • La puesta en marcha de cursos de apoyo para los nuevos alumnos.
  • Dedicar algunas sesiones a revisar conceptos básicos. En este caso se asume que el alumnado “ha olvidado” algunas ideas esenciales que han visto durante la secundaria, y que es cuestión de hacérselas recordar. Evidentemente esto ocasiona una reducción sensible del tiempo de la asignatura para desarrollar su contenido.
  • “Qué se busquen la vida”. Se trata de hacer al alumnado responsable de su formación (cosa que por otro lado es un pilar del eees) de forma que si no tiene el conocimiento necesario (por olvidarlo o por no haberlo recibido nunca) él o ella deben buscarlo por su cuenta. Al margen de que esta posición pueda parecer muy dura, sin embargo es coherente con el eees.

En cualquier caso, son tres posiciones que se están desarrollando en la actualidad. El problema es ¿estas medidas solucionan realmente el problema del bajo nivel?

4.- Bajo nivel en el posgrado.

Por muy diferentes causas el alumnado que accede al doctorado y los postgrados presentan también un bajo nivel de formación. Las soluciones que parecen ponerse en marcha son las mismas que antes.

La pregunta, no obstante, es la siguiente ¿si el problema anterior está en la secundaria, qué ocurre en la universidad para que se siga dando el mismo problema en el postgrado?

5.- Dar sentido al contenido de las materias.

Una queja generalizada del alumnado es la falta de sentido para las asignaturas. Es decir, la falta de conexión con la realidad. Esta queja no es actual, sino tradicional.

La situación es más apremiante actualmente porque se quiera o no admitir, el tipo de alumno ha cambiado en las últimas décadas. Se trata de un alumnado que aprende algo porque le hace falta para aplicarlo en algún sitio. Es decir, primero ve la aplicación, el sentido, y después aprende el contenido necesario. Además, es un alumno que aprende en pequeñas dosis, y lo aprende ¡ya!, de forma inmediata. En este sentido, carece de autorregulación. Es como si su sistema cognitivo rechazase lo lento, lo pausado, lo que se posterga, a cambio de lo inmediato, de lo rápido.

En este sentido es inevitable tener que cambiar el orden de las exposciones en el aula. Si tradicionalmente se explicaba la base teórica y después se exponía cómo y dónde aplicarlo, ahora debe ser al contrario, indicar qué contextos y situaciones van a ser habituales en el ámbito profesional del graduado, y posteriormente ofrecerle los contenidos que necesitará.

Dentro de esta situación surge el problema de aquellas asignaturas de una alta carga teórica y escasa conexión con la realidad profesional, ¿cómo solucionar esta situación?.

En primer lugar habría que preguntarse si esas asignaturas son tan imprescindibles en la titulación, ¿realmente son necesarios todos esos contenidos para el profesional?. Surge la necesidad imperiosa de estudiar cómo se transfieren los contenidos de las titulaciones a la realidad profesional, y en este sentido, el papel de las asociaciones y colegios profesionales es vital. Se trata de un debate que no se puede dejar más tiempo si acometer.

Para cerrar este post, comentar que aunque el eees es una oportunidad para avanzar y actualizar un sistema formativo que tiene muchas lagunas, sin duda, las cuestiones que he indicado, procedentes de escuchar a profesores en activo de universidades españolas, ponen de manifiesto que todo puede quedar en un gran fiasco si no se trata con seriedad y compromiso.

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